jueves, 21 de abril de 2016



                                    4.1.  Ética, Derecho y Justicia

  La  ética es  la forma de actuar, es el comportamiento que tiene uno, es la práctica de una cultura que fija la rectitud y el sentido de vida por la vía de principios que nacen en el entorno familiar. Término que debería acompañar al de justicia, que es un valor de la conducta humana; es una regla de vida para el ejercicio del derecho, es una necesidad social; tiene principios y normas que otorgan a las personas un trato idéntico. El ejercicio de ambos valores está encargado a profesionales en leyes.
Por una  irreal concepción de esos valores y de la mano de una praxis cada vez más usual, la actitud de jueces en este ámbito (por supuesto que no de todos y de quienes pondero su probidad) ha sentado las bases de una administración de justicia lejana a los principios básicos del derecho; lo que ha creado una sociedad benévola que permite “dejar hacer, dejar pasar”.
La actitud de los humanos es triste, depende de las circunstancias; subordinación que ha llegado a la labor jurisdiccional, cuyos operadores actuaron obedeciendo designios políticos o económicos. En realidad casi está sujeto del “depende de…” y existen muchas dudas por sus efectos que derivaron en procesos sin lograr reparar los daños causados, como tampoco sirvieron de ejemplo para su colegiatura.
El diario vivir en estrados judiciales ha expuesto, no cuesta creerlo, la concurrente práctica del “depende de…” con resoluciones forzadas tendientes a satisfacer intereses y que no tenían el resguardo de la ley.  Esa conducta, derivada de esta frase, se convirtió en la que justifica la corrupción, la irresponsabilidad y el desprecio a la justicia; primó sobre la ética, (entiéndase igual por honorabilidad), ambas fueron las ausentes; su examen y su aplicación fueron innecesarios, su análisis estorbaba.
Toca ahora un cambio en la administración de justicia; es menester aplicar los principios básicos del derecho y profesar sobre todo los valores para lograr un buen comportamiento; apartados ambos del “depende de…”, y lograr la seguridad jurídica que requiere el mundo litigante. Es necesario un cambio de la propia misión y visión de las entidades que forman el Órgano Supremo de Justicia, el Consejo de la Magistratura y la Escuela de Jueces, que deberán crear cánones nuevos de conducta y formar hombres con ética para que éstos impartan una justicia igualitaria,  a fin de crear una  sociedad  que asegure la paz, la equidad y el respeto.
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